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martes, 23 de febrero de 2010

RINCON DEL ROMANTICISMO AMORES MAS ALLA DEL TIEMPO CLEOPATRA Y MARCO ANTONIO




Cleopatra VII Filopator (68 – 30 a.c.)


Hija de Cleopatra V Trifena y de Ptolomeo XII Auletes pertenecía a la dinastía Tolomeo, instaurada en Egipto por Ptolomeo I Sóter, uno de los generales de Alejandro Magno, tras la prematura muerte del conquistador. Contra lo que se afirma con frecuencia, no era de estirpe egipcia, sino griega. Heredó el trono a la edad de 17 años, junto con su hermano Tolomeo XIII (que contaba tan sólo 12 años). Conforme a la centenaria costumbre de la corte egipcia ambos reyes-hermanos contrajeron matrimonio. En el tercer año de su reinado, Tolomeo XIII tomó el control exclusivo del gobierno y empujó a su hermana al exilio. Cleopatra reunió un ejército en Siria con el que pretendía defender su derecho al trono. Antes de la batalla, que no se auguraba favorable a sus designios un suceso vino a trastocar todas las previsiones.
Tras la batalla de Farsalia, el derrotado Pompeyo se dirige a la corte de Egipto, que había sido su aliada, donde espera encontrar ayuda. El victorioso César lo persigue hasta Alejandría; a su llegada, en el 48 a.C, los partidarios de Tolomeo XIII, como homenaje, le presentan la cabeza del traicionado Pompeyo. ¡No saben con quien están tratando! César se enfurece, ¡Pompeyo Magno! insigne general romano, en otros tiempos su yerno y aliado no merece morir así, ¡a manos de unos extranjeros que intentan rentabilizar su asesinato! Además, su instinto, hasta entonces infalible, le hace atisbar posibilidades de nuevos triunfos; decide permanecer en Egipto e intervenir en la contienda civil. Enterada Cleopatra, resuelve aprovechar en su favor la nueva situación atrayendo a su bando al virtual árbitro de Roma. No pudiendo entrevistarlo según los usos habituales, puesto que las tropas de su hermano ocupan Alejandría, urde una estratagema que ha pasado a los anales de la astucia. Se hace envolver ¿desnuda? en una rica alfombra que, transportada a hombros de un servidor, no encuentra obstáculos para ser llevada ante César como uno más de los ricos presentes. La reacción del romano frente al inesperado regalo es de sobra conocida; se convierte en su amante y apoya con todo entusiasmo a la destronada, iniciándose la Guerra de Alejandría. Arsinoe, la otra hermana de Cleopatra, huye del palacio uniéndose a Tolomeo XIII y es proclamada reina por la multitud y el ejército, acción que nunca le perdonó Cleopatra. Rotas las hostilidades, las legiones derrotan por completo a Tolomeo XIII, quien muere ahogado durante el combate, 47 a.C. Como colofón, César restaura a Cleopatra reina de Egipto.
Siguiendo el ritual de la corte, contrae nuevo matrimonio con su hermano menor, Tolomeo XIV, quien tenía alrededor de 11 años de edad. Sigue a César cuando éste ha de retornar a Roma, donde realiza una entrada esplendorosa, y ambos conviven como amantes. Nace su hijo, Cesarión, cuya paternidad atribuye a César. Después del asesinato de éste, en el 44 a.C., regresó a Egipto, donde se dice que envenenó a Tolomeo XIV y convirtió a Cesarión en su corregente (con el nombre de Tolomeo XV).
Mucho se ha especulado sobre la belleza de Cleopatra. Las estatuas contemporáneas que se le atribuyen, con mucha probabilidad estén idealizadas; de las monedas no puede sacarse conclusiones por lo tosco de la acuñación en la época. Contamos con la opinión del historiador Plutarco , pero vivió casi cien años después de la reina :


"Su belleza, seguramente sin par, se hallaba en su interior y no ejercía una fascinación inmediata”


El gran W. Shakespeare lo reflejaba así:
La edad no podrá marchitarla,
ni la rutina helará sus encantos.
Otras mujeres sacian el hambre que alimentan,
ella provoca más hambre cuanto más sacia.
Pues hasta lo más impuro tanto purifica,
que incluso los santos sacerdotes la bendicen si peca


La Vida de Antonio y Cleopatra

Sin duda fue una mujer excepcional: culta – hablaba siete idiomas, siendo el único miembro de la dinastía que conocía el egipcio, lengua del pueblo-; hábil intrigante; con un especial atractivo, no solo en el aspecto físico – aunque lo cuidaba con personal atención, es famoso su colorido maquillaje, baños en leche de burra con miel, etc. – sino que emanaba de una singular personalidad. Con el transcurrir del tiempo ha conquistado un lugar de honor entre los personajes históricos más destacados.


Marco Antonio (Roma, 82 a. C. - Alejandría, 30 a. C.)

Era fuerte, jovial, apuesto, mujeriego y bebedor. En la batalla, arrojado en extremo; amaba a la tropa y los legionarios lo adoraban. Cuentan que César no tenía en gran estima sus dotes de estratega, mas contaba entre sus generales más distinguidos por su valentía, don de mando y fidelidad, que resistió todas las pruebas
Estaba presente en el Senado en el momento que César accede por última vez. La primera maniobra de los conjurados consiste en distraerlo, apartándolo de la víctima, seguros de que acudiría en su defensa. ¿Influyo en su posterior trayectoria no haber podido ayudar a su protector? No hemos encontrado testimonio histórico en cualquier sentido.
Atendiendo a su cargo y proximidad a César, el Senado le confiere el honor de pronunciar el elogio póstumo; tras la lectura del testamento, que conmocionó al pueblo por su generosidad, juró a los dioses que estaba dispuesto a vengarlo y cerró la escena dramática presentando la toga ensangrentada del dictador y su cuerpo inanimado, herido por 23 puñaladas. Ante aquel espectáculo, los presentes rugen de ira y deseo de venganza, apoyando a Marco Antonio, que se erigió en el hombre más poderoso de Roma. No quiso, o no pudo, aprovechar aquella circunstancia favorable, lo que, al final, acarrearía su perdición.
Por el contrario, Octavio, sobrino-nieto de César, que lo había nombrado su heredero, demostró una habilidad excepcional. Valiéndose de la influencia de Cicerón encabeza un ejército senatorial que derrotó al de Antonio. Cambiando la alianza, se reconcilió con Antonio: uniendo los respectivos ejércitos con los del general Marco Emilio Lépido, se enfrentan al Senado que, impotente, legaliza la formación por cinco años (luego prologado otros cinco) de un segundo triunvirato que debía restaurar el orden
El nuevo poder desata en Roma represión sangrienta contra sus rivales, en gran parte formados por los opositores a César y seguidores del Senado (Cicerón es una de sus víctimas). Por último, en el 42 a.C., en la batalla de Filipos, el triunvirato aplastó a las fuerzas de los dos asesinos de César, Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino. Ya sin oponentes, los triunviros se reparten el territorio según zonas de influencia. Más adelante Lépido es apartado del poder real y Marco Antonio asume el control de todo el Oriente.


El romance


Las relaciones transcurrieron durante trece años, desde el año 42 hasta el 30 a.C. en que se suicida Antonio. Aceptan, sin exageración, el calificativo de tempestuosas, alternando largos periodos de total entrega con otros de separación física. Ambos enamorados nunca abandonaron del todo sus respectivas responsabilidades políticas. En este sentido, la situación era muy desigual; el romano contaba con un poderoso ejército, pero, además de mantener la hegemonía en Oriente, tenia que atender al flanco interior; por el contrario, la egipcia, sin huestes que poder enfrentar a las legiones de uno u otro triunviro, para mantener su corona solo tenia las armas de la astucia y seducción personal.
Estando Marco Antonio en Tarso, importante ciudad de Cilicia, en Asia Menor, convocó a Cleopatra para un encuentro personal. Ella, que ya no contaba con validos en Roma, para deslumbrar al nuevo poder, preparó le reunión con todo lujo de detalles: arribó a la cita en un majestuoso barco escoltado por una solemne flotilla ataviada con todo lujo.
El extraordinario atractivo de la reina impresionó a Antonio quien, ganado por su personalidad y encanto, le concedió algunas de sus peticiones: parece que entre ellas eliminar a su propia hermana Arsinoe. Ambos eran conscientes de que su alianza podía ser de mutuo beneficio: Cleopatra deseaba hacer de Alejandría una nueva Roma y Marco Antonio necesitaba contar con Egipto para controlar el Imperio Romano. Se despidieron concertando una nueva entrevista
La cita tuvo lugar en el invierno del año 41 a.C. El romano pasó toda la estación olvidando sus responsabilidades, malgastando el tiempo en todo tipo de derroches y ociosidades. Mientras, en Roma, Octavio sentaba las bases para la inminente pugna contra Marco Antonio, desacreditándolo ante el Senado y acusándolo de dedicarse a pasar los días de bacanal en bacanal con su "furcia "egipcia.
En la primavera del año 40 a.C. y muy a su pesar, Antonio hubo de abandonar Alejandría y embarcarse hacia Tiro, desde donde sofocó una nueva revuelta parta. Luego marchó a Éfeso y desde allí a Atenas, donde se encontró con su esposa Fulvia, dispuesta a no perdonar su abandono y entrega a Cleopatra. Reunidas naves y tropas, Marco Antonio fue a Italia para enfrentarse contra Octavio.
Mas, en lugar de combatir, los rivales optan por negociar, consolidando las zonas de influencia del triunvirato en vigor legal. Aprovechando que Antonio había enviudado de Fulvia, el acuerdo es sellado mediante el matrimonio con Octavia, la hermana de su rival. Por aquel entonces -otoño del 40 a.C.- Cleopatra daba a luz los gemelos Alejandro Helios y Cleopatra Selene, hijos de su compañero romano.
Los tres años siguientes, suministran escasa información sobre Cleopatra, con supuesto enfado por la boda de Marco Antonio. Éste, atiende en Roma sus obligaciones: prepara una campaña para rechazar a los partos y reorganiza algunos territorios como Judea. En el año 36 a.C. parte a la guerra de Oriente, que en los primeros combates se muestra desfavorable a las legiones. No es de extrañar que, desalentado, decide reposar en compañía de Cleopatra, con la que se reúne en Antioquia, pasan luego a Alejandría donde se casan.
La derrota, seguida del aparente abandono del teatro de operaciones; la boda pública, en realidad bigamia pues ya estaba casado con una romana; el cambio de aspecto y costumbres, cada vez más orientales, son pretextos que aprovecha con éxito Octavio para ahondar el descrédito de su rival. Nace un tercer hijo y Cleopatra es acusada de embrujar a Antonio, quien termina siendo declarado “enemigo de la República”
Mientras, la situación en la frontera parta sigue deteriorándose. En el 34 a.C., se hace imprescindible una nueva intervención militar; esta vez la fortuna sonríe a Marco Antonio, quien, en lugar de ir a explotarla a Roma, retorna a los brazos de Cleopatra, quien organiza en su honor un ostentoso simulacro del “triunfo” (desfile de entrada en Roma del general vencedor, que era aclamado por el pueblo) romano. La pareja continúa su fastuosa vida oriental, ajenos al entorno, cada vez más hostil.
Un dicho popular afirma “el diablo, cuando quiere perder a alguien, primero lo envanece”. Esta es la única explicación a que, con su demostrada sabiduría y experiencia, cometiesen el error que Roma jamás ¡jamás! podía tolerar: reparten el territorio bajo su control entre Cleopatra, Cesarión - el hijo de César- y los hijos que había tenido con Cleopatra, entre ellos, Ptolomeo Filadelfo, de tan sólo 2 años. La guerra es inevitable, una guerra “a la romana”, esto es: total sometimiento del enemigo, cuando no, su exterminio.
Tras algunas escaramuzas, el ejército combinado de Cleopatra y Antonio es bloqueado en Actium (Grecia). Para romper el cerco, deciden plantear una batalla naval, que se adivina decisiva. El 2 de Septiembre del 31 a.C. tiene lugar el enfrentamiento de la flota combinada, mandada por el propio Antonio y con la presencia de Cleopatra, contra la romana comandada por el prestigioso almirante Agripa.
En pleno fragor del combate, por razones aún no aclaradas, Cleopatra ordena a los 60 barcos de la flota egipcia que sigan a su bajel abandonando la lucha. Al ver esta maniobra, Antonio, desentendiéndose de la batalla, ordena a su trirreme dar alcance a la reina fugitiva. La derrota fue total, perdiendo más de la mitad de las naves y la defección de gran parte de las legiones acuarteladas en tierra. Cuentan las crónicas que el general pasó “tres días, sentado en la proa, sin moverse y con la cabeza entre los brazos”.
Cleopatra puso rumbo a Alejandría. Ante el temor de que sus súbditos reaccionasen a la derrota de manera negativa, la reina no dudó en engalanar las naves al arribar al puerto, convirtiendo así el estrepitoso fracaso en una fingida victoria. Por su parte, Marco Antonio, marcho a Cirenaica, donde había dejado tropas acantonadas, con las que pretendía hacer frente a la previsible ofensiva final de su rival, pero le retiraron su fidelidad, pasando de bando en masa. Abandonado, regresa a Alejandría, donde se sume en una profunda depresión.
Octavio, tras superar una resistencia testimonial, entraron en la ciudad en agosto del año 30 a.C. Marco Antonio, aislado, recibe la falsa noticia de la muerte de Cleopatra; desesperado, se clavó su propia espada. No murió de inmediato, sus sirvientes le trasladaron al mausoleo donde ella se había encerrado. Allí expira, en los brazos de su amada.
Aunque algunos de sus ex-generales solicitaron de Octavio el honor de enterrarlo, Cleopatra recibió del vencedor esta última distinción.


Epílogo


Tras sepultar a Antonio, Cleopatra decide morir. Las heridas que se hizo en el pecho, llorando ante el cuerpo del amante moribundo, se habían infectado. La fiebre y la privación voluntara de alimentos la estaban consumiendo. Octavio - quien no podía consentir que la reina muriera, tenía que desfilar en su “triunfo”- la amenazó con la muerte de sus hijos si persistía en su actitud, Cleopatra cedió y volvió a alimentarse.
Octavio quiso asegurarse del cambio de actitud y la visitó en persona. La entrevista ha inspirado la leyenda más conocida sobre la reina del Nilo; intenta repetir la maniobra que tanto éxito había tenido en el pasado: seducir a Octavio. Pero el victorioso general no se dejó impresionar por la reina, al parecer concentra su rechazo en la nariz, demasiado grande a su gusto:
“Si la nariz de Cleopatra hubiese sido más corta, la historia del mundo habría cambiado”
Vuelta al mausoleo, los espías le informan que marcharía, junto a sus hijos, hacia Roma dentro de tres días. Era el fin, negándose a la humillación de caminar prisionera en el “triunfo” de Octavio, elige la única salida posible: Se hizo bañar, maquillar y vestir como reina por sus dos fieles servidoras, Iras y Carmión. A continuación envió una carta a Octavio en la que pedía que su cuerpo fuese sepultado junto al de Antonio. Cuando Octavio abrió la carta, sospechó que la reina iba a quitarse la vida. Con urgencia, envió emisarios para evitarlo, pero ya era demasiado tarde. Los esbirros abrieron las puertas y...
Vieron ya a Cleopatra muerta en un lecho de oro, regiamente adornada. De las dos siervas, la que se llamaba Iras, estaba muerta a sus pies, y Carmión, ya vacilante y torpe, le estaba poniendo bien la diadema que tenía en la cabeza. Díjole uno con enfado: "Bellamente, Carmión", y ella respondió: "Bellísimamente, y como convenía a quien era de tantos reyes descendientes", y sin hablar más palabras, cayó también muerta junto al lecho. (Plutarco)


Encontraron dos tenues punzadas en un brazo de la fallecida reina, lo que hizo pensar que se había dejado morder por un áspid. Alguien dijo que un campesino había traído una cesta llena de higos en la que se ocultaba el reptil.
Era el 12 de agosto del año 30 a. de C. La reina había vivido 39 intensos años.
Octavio continúa la cruel eliminación de los hijos “romanos” de sus antecesores, que podrían ser obstáculos en su camino: El primogénito de Marco Antonio y Fulvia ya había sido asesinado en Alejandría, le sigue Cesarión, quien podría pretenderse heredero de Julio César. Otros hijos de Cleopatra, Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo por el momento corrieron mejor suerte: fueron enviados a Roma bajo el cuidado de Octavia, aunque mas adelante desaparecieron en circunstancias misteriosas. Se dijo que fueron asesinados por Herodes.
La única sobreviviente fue Cleopatra Selene a quien casaron con Juba II de Mauritania.

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