HORRORES” DE TRADUCCIÓN
No son pocos los errores que se cometen al traducir de un idioma a otro y, algunos de ellos, han alcanzado tal relevancia que han quedado profundamente marcados en la historia.
Por ejemplo, hablando de nombres de lugares, es curioso cómo nace el nombre para «Cabo de Hornos»; una región que, lejos de tener que ver con hornos, por su proximidad con el polo sur, soporta un frío de los mil demonios. Su origen se debe al explorador Willem Cornelis Schouten, que dobló el cabo por vez primera en 1616, y le puso Hoorn en honor del desconocido pueblecito holandés donde nació. Los españoles, confundidos, se refirieron a ese lugar como Cabo de Hornos»
Otro caso similar, es el conocido “Canal de la Mancha”. Resulta que en el idioma de Voltaire y Víctor Hugo, el canal se llama La Manche, cosa muy lógica, pues manche significa «manga», y el canal es largo y estrecho… como una manga. Como ya se imaginarán, alguien supuso que Le Manche significaba La Mancha y de ahí nació el nombre para el canal que legítimamente debió llamarse: “El Canal de la Manga”.
Otra sorprendente consecuencia de un “horror” de traducción, la encontramos en la magna escultura de Moisés, que con gran arte esculpió Miguel Angel en el siglo XVI. La escultura es grandiosa y se le puede admirar en la iglesia de San Pietro in Vincoli, Roma. Pero intriga que el artista haya representado a Moisés ¡con cuernos!
En el Antiguo Testamento, cuando Moisés bajó con la Tablas de la Ley del Monte Sinaí, en el texto hebreo dice que tenía un “Karan”, que en realidad significa “rayo de luz”, que relumbraba en su frente. Pero, en las primeras traducciones del Antiguo Testamento al griego, en vez de “karan” se tomó la palabra “keren”, que significa cuernos y de esto quedó que al pobre de Moises, su rayo de luz se le convirtiera en un par de cuernos y, para su mala suerte, esta fue la imagen que tomó Miguel Angel para su escultura.
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