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jueves, 28 de enero de 2010

CUANDO FUE?


Durante nuestra vida hemos andado por mil caminos distintos. Algunos franqueados de bellos paisajes, otros áridos y llenos de espinas y porqué no algunos llenos de lodo. Hemos caminado bajo el sol que quemaba, el sol que entibiaba, las estrellas, bajo la llovizna pegajosa, el aguacero con viento y aún en verdaderos temporales. Todos hemos caminado alguna vez sin saber a ciencia cierta hasta donde conduciría el camino, unas veces hemos llegado radiantes, otra extenuados pero también muchas veces hemos desistido abatidos por el cansancio ò porqué sencillamente los obstáculos que presentaba requerían una energía que no teníamos. Y muchas veces, quizás las más hemos andado por sendas que no pensamos andar. Somos desde que nacemos peregrinos, somos caminantes no por opción sino por naturaleza. Nuestra vida es un camino que sabemos empieza cuando el milagro de la fecundación acontece. Y desde ese momento comenzamos a andar hasta el último suspiro, que quizás sea tan solo el primer paso por caminos nuevos. Y como todo caminante, yo eterno vagabundo, a veces me detengo a reposar. Dejo que el músculo descanse, que el cerebro se aquiete y el alma vuele. Sentado a la vera del camino me veo a mi mismo, una obra de arte inconclusa que se ha ido modelando con el paso de los años. El cincel del tiempo me marcó la piel con arrugas, el peso de los años curvaron mis hombros, tantos soles y lunas apagaron mis ojos, pero no solo mi cuerpo ha sufrido cambios también mi espíritu. Trato de recordar como era, mi ser racional quiere impedírmelo, pero no puede. Libero a mi alma que vuela sobre el camino andado. Cierro los ojos para no ver lo que creo que es, tapa mis oídos para no escuchar lo que creo oír y me hundo en mi mismo, buceo en lo más profundo de mi ser y mi alma comienza a evocar el que fui. Busco el momento en que dejé de ser yo para ser lo que creía debía de ser. Mi alma tuvo que desandar mucho camino para encontrar abandonadas mi capacidad de asombro y mi capacidad de creer. Y cuando las reconocí supe que el día en que me dije debo madurar, debo comportarme como grande por descuido abandoné las cosas que hacían que todos los días fueran de sol. Dejé de creer en milagros y castré mi imaginación. Amputé de raíz mi capacidad de soñar y el mundo se me hizo duro y gris. Y perdí la libertad, me até al mundo con esas cadenas que llamamos racionalidad. Ya no pude ver a mis amigos de travesuras como otros súper héroes o villanos, según al caso, los vi como personas, iguales a mi, compitiendo conmigo, ya no eran los compañeros de ruta en una astronave hecha con cajas de cartón, eran los que rivalizaban con mis notas ó me quitaban la niña que me gustaba. Dejé de soñar y sin darme comencé a pensar. Traté de sobresalir, ser distinto para que me aplaudieran, traté de ser el mejor según esas reglas que no entendía pero que todos los mayores usaban. Me volví uno de ellos y desprecié a los que soñaban y creían. Dejé de correr porqué se me daba la gana, dejé de ensuciar la ropa, dejé de esperar cosas imposibles y me hice adulto. Y llegaron los hijos y me recordaron como había sido y en un intento de evitarles males corté sus ansias de vuelo antes de tiempo. Los cargué de actividades, los hice seres hiperactivos, calificados para ser los mejores adultos y no los dejé ser niños. No supe acompañarlos en viajes espaciales, me negué a ir a cazar dragones y rescatar princesas y a tierna edad le cerré la puerta a los Reyes Magos, los hice hijos perfectos a mi imagen y semejanza. Y ese fue mi error. Dejaron de creer, dejaron de soñar y se volvieron inhumanamente humanos. Hoy sentado en una roca a la vera del camino me doy cuenta que mi único error fue darle el timón de mi vida a mi cerebro no a mi corazón. Ahora debo de seguir caminando, todos lo hacemos, sólo que lo haré mas lentamente, disfrutando cada respiro, cada momento, cada segundo. Dejaré de preocuparme por el final del sendero, total, si yo no voy a él, él vendrá igualmente a mi. Trataré de vivir de una forma distinta para que un día se me recuerde no por lo que hice sino por como lo hice. Cuando yo nací todos reían y yo lloraba, tratarè de vivir en forma tal, que cuando muera todos lloren y yo me rìa.

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