Género confuso: género chat
Por: Joan Mayans i Planells
INTRODUCCIÓN / RESUMEN
El texto aborda el tipo de lenguaje y de sociabilidad que se genera en entornos de comunicación digital sincrónica como los chats, basándose en una investigación etnográfica centrada especialmente en los chats de sistema IRC. Se presentan las peculiaridades de este espacio comunicativo y se argumenta que el resultado es un entorno social cualitativamente nuevo donde se produce un tipo de interacción comunicaciva `sui generis´.
1. ORALIDAD / ESCRITURA / TEXTUALIDAD
El hecho de introducirnos en una interacción donde todo se realiza en formato textual nos aboca a un modo de funcionar peculiar.
Tradicionalmente, el registro escrito ha servido como un modo de expresión reflexivo, distante y, como mínimo, pseudo-literario. Es decir, marcadamente formal. Por contraposición, el registro oral se caracteriza por ser próximo, casi-espontáneo y escasamente formal. En esta dicotomía se han basado figuras conceptuales como la de lengua/habla, que presupone para la primera un alto grado de abstracción, reservando para la segunda un funcionamiento práctico, con una fuerte presencia de componentes gestuales no-verbales y componentes verbales no-textualizables como la entonación, la cadencia, etc. que sirven como contextualización y concreción emocional/empática del contenido del mensaje.
No obstante, un medio como los canales de conversación de un ‘chat’ no puede sino romper semejante dicotomía, creando lo que podríamos llamar, en terminología de Clifford Geertz, un ‘género confuso’. Nos situamos dentro de una tendéncia general en las ciencias sociales y humanas a realinearse y reconfigurarse con nuevos puntos de influencia que ya no descartan a las ciencias naturales –a la vez que éstas encuentran, cada vez más, su inspiración en las primeras, tanto para modelos explicativos como analíticos-, en un proceso que autor califica como de ‘descomposición’ de los géneros preexistente (ib.). Los ‘chats’ son un ejemplo palmario de la siguiente afirmación de Geertz:
instrumentos del razonamiento están cambiando y la sociedad está cada vez menos representada como una máquina elaborada o como un cuasi-organismo y cada vez más como un juego serio, un drama por el que caminar o un texto comportamental"
La analogía con los juegos o los procedimientos lúdicos es crucial para el autor. Tal y como subraya Manuel Delgado en la obra de Lefebvre, lo urbano tiene un alto contenido lúdico Y los ‘chats’, epítomes de la urbanidad, como otros campos de interacción social en el ciberespacio, deben ser considerados siempre teniendo en cuenta la influencia determinante de la dimensión lúdica. Si Geertz plantea la emergencia de un ‘género confuso’ en el área académica, los ‘chats’ nos demuestran que, tomando los mismos elementos que Geertz dispone en su argumentación, esta misma formulación de género confuso puede darse y encontrarse en la base misma de la creatividad socio-cultural.
Y como en el planteamiento de Geertz, esta ‘refiguración’ del pensamiento social impone una lógica propia, compleja pero no derivada de los factores precedentes. Hablamos de un ‘género confuso’, pero no de un género compuesto ni secundario. Quiere esto decir que al definir el género literario/narrativo/conversacional de los ‘chats’, las comparaciones con los registros habituales, el escrito y el oral, resultan provechosas. Pero no estamos hablando de un género que sea la fusión directa de ambos. Al contrario: consideramos que las características externas e internas del género ‘chat’ nos empujan a considerarlo un género en sí mismo, que podemos analizar a la luz de los registros oral y escrito, pero que sólo podremos comprender si lo utilizamos durante un tiempo determinado. Insistimos: el género ‘chat’, si se nos permite llamarlo así, no es un derivado de los anteriores. Por supuesto, toma de ellos casi todo, puesto que son estos el universo comunicacional que conocemos. McLuhan señalaba que ‘cada nuevo medio adopta los contenidos de su predecesor y por ello confunde su auténtica eficacia histórica (...) el hardware cultural precede al software que será su contenido". No obstante, continuaba McLuhan, "a medida que el hardware se va haciendo más accesible, nuevo software (...) va emergiendo" . Quiere esto decir que ante la irrupción de un nuevo avance tecnológico, la sociedad se ve obligada a inventar sus contenidos y sus usos. En lo referente a las comunicaciones mediadas por ordenador, esto es evidente, como lo fue previamente para la radio o la televisión. A medida que la sociedad va imaginando usos para el nuevo medio, éste encuentra su camino propio. Los ‘chats’ pueden ser utilizados como un medio que sustituye la conversación oral telefónica o incluso física. Pueden emplearse como alternativa a conocer gente en los bares o en cualquier lugar público. No obstante, sus genuinidad específica se va descubriendo a medida que dejamos de pensarlo como ‘sustituto’ de algo y lo vemos como un medio con un estilo y unas peculiaridades propias y singulares. Los contenidos de los ‘chats’ y el medio –tecnológico- mismo que las hacen posibles dan lugar, por medio de una fusión creativa, impredecible, a un género –comunicacional, narrativo- distinto.
Por todo esto, las comparaciones entre ‘chats’ y los medios previos –especialmente la televisión- no son sólo pertinentes sino ineludibles. Nos proporcionan claves explicativas para comprender la forma en que las decisiones y acciones sociales/comunicativas se toman de la manera que se toman. Nos dan abundantes referentes temáticos y estructuras narrativas originales que no nacen de la interacción cara a cara. Sin embargo, y aún teniendo en cuenta estas influencias culturales-mediáticas, intentaremos demostrar que los ‘chats ‘disponen de unas condiciones propias y de un desarrollo concreto que nos permiten considerarlos con un cierto grado de autonomía e incluso con un nombre propio.
Abundemos, pues, en este género confuso:
a) Por una parte, nos enfrentamos al más inorgánico y espontáneo de los registros escritos. Resulta próximo, desprovisto de convenciones y reglas gramáticales o, al menos, de la obligación de su cumplimiento . La tradicional caracterización distante del texto escrito se diluye ante la poca elaboración de las frases y lo instantáneo de su llegada al o a los receptor/es. Asímismo, su característica reflexiva pierde enteros, ante la imposibilidad práctica de revisar cada frase y el hecho de dividir lo que podría ser una opinión o una exposición de pensamiento, en diversas frases, entrecortadas por otros participantes, que hacen de la elaboración de una opinión o pensamiento algo compartido, participativo y escasamente lineal.
Quiere decir esto que al exponer un contenido en lengua escrita y de forma convencional, estamos acostumbrados a poder revisar la construcción formal (especialmente desde la llegada de los procesadores de texto informáticos, que llevan esta posibilidad al paroxismo perfeccionista absoluto) y a ir disponiendo los componentes del argumento de forma consecutiva, progresiva y lineal. Sin embargo, cuando esto es lo que pretendemos en un entorno como los ‘chats’, el sistema de argumentación es más similar al de una conversación oral: el contenido se improvisa más, se distribuye fragmentado. En un ‘chat’ no es conveniente hacer frases o intervenciones muy largas, porque, tal y como ocurre en las conversaciones orales, éstas pierden interés y atención del público. Además, el factor del ‘scroll’ (movimiento de la pantalla: las intervenciones van desplazándose por la pantalla hasta desaparecer a medida que las nuevas van brotando) también influye en que las construcciones gramaticales de más de dos líneas sean poco eficaces. En esta peculiar forma de construcción de un discurso intervienen las opiniones y comentarios de la audiencia, interrumpiendo al ‘ponente’, apremiándole, pidiéndole explicaciones o contradiciéndole o, incluso, hablando, en paralelo, de otra cosa que nada tenga que ver.
De este modo, como decimos, el discurso en un ‘chat’ es una obra colectiva, fragmentaria y vital. En ella participan, en su proceso de creación, varias personas. A ello cabría añadir los que sólo leen, ya sea por estar en otra/s conversación/es o por el simple hecho de no querer participar activamente en la que está en marcha. Los contenidos del discurso se dispersan y se redireccionan por obra y gracia del medio, que favorece esta fragmentación. Y su vitalidad, su esponteneidad, son fácilmente identificables, por el carácter inmediato de su divulgación local. Es, en definitiva, el más segmentado, participativo y ‘oral’ de los registros escritos.
b) Por otra parte, tampoco cabe considerarlo una mera transcripción de una conversación oral. Si su falta de reflexividad, distancia, desorden estructural son notorios en comparación con el registro escrito convencional, al compararlo con un registro oral igualmente convencional, nos parecerá todo lo contrario. El mero hecho de escribir –más que escribir, teclear- las intervenciones les confiere una reflexividad, distanciamiento y estructuración muy superiores a las del registro oral. A ello cabe añadir el hecho de que, por el simple factor de que siempre se habla más rápido de lo que se tecle, las intervenciones resultan más sintéticas y van más directamente ‘al grano’. Más que en el registro oral y más, también, que en el escrito, puesto que no hay lugar a una excesiva retórica.
De todas formas, a nivel comunicacional, la característica que más lo aleja de las interacciones orales es la ausencia de información extra-lingüística. La comunicación oral precisa de la información extra-lingüística; de los gestos, de la entonación, de las miradas, de los cuerpos, del ruido ambiental, del acento, de la cadencia de voz, etc. Incluso en las conversaciones telefónicas, donde los interactuantes no pueden recurrir a la imagen física de su interlocutor, la función comunicativa de los factores extra-lingüísticos es crucial. Por ello, su ausencia, en los ‘chats’, es un factor determinante para comprender e interpretar su funcionamiento.
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